De: "TRETZE QUE CANTEN" (págs. 116-130)
[Texto en catalán. Traducción realizada con la ayuda de mi amigo y colega Jorge Ramírez Jiménez]
Por : Juan Ramón Mainat
Editorial : Mediterrània S. A.
Año : 1982
(Otros 12 cantantes considerados: Maria del Mar Bonet, Núria Feliu, Lluis Llach,
Ovidi Montllor, Guillermina Motta, Francesc Pi de la Serra, Raimon, Pau Riba,
Marina Rosell, Sisa, Pere Tapia, La Trinca)
NOTA: Los subtítulos (encerrados entre [ ] ) han sido agregados por el
dueño de esta página para facilitar la lectura de este espacio.
[Sus primeros años]
Josep Serrat y Ángeles Maria tienen a su segundo hijo el 27 de diciembre de 1943.
Ellos le ponen por nombre Joan Manuel. Sin embargo, siempre le dirán simplemente
Joan -con los diminutivos habituales -porque es más corto y más directo. Al cabo
de quince días de nacer ya vive en su casa, en calle Poeta Cabanyes, en el barrio
barcelonés de Poble Sec, que está estrechamente ligado a la infancia y a los primeros
años de juventud del futuro cantante. Unas puertas más allá nacería pocos años después Jaume Sisa.
La primera parte de su vida, por lo tanto, se mueven dentro de los mismos ambientes aunque
no coinciden en los juegos porque Sisa es más pequeño y Joan Manuel "ya fuma".
Este marco que les es común, un barrio obrero durante la posguerra, no le afecta muy negativamente a pesar de las carencias y los problemas . Las colas y las libretas de
racionamiento habían llegado a ser normales. Por otro lado, aquella parte negativa era
compensada por toda la vida de la calle, de juego y de familia que Joan Manuel recuerda
ahora con cariño. "El poder jugar en la calle fue uno de los hechos más enriquecedoras",
dice. Ciertamente, el grueso de su diversión transcurre al aire libre, desde que sale del
colegio hasta que ha de volver a casa porque ya es tarde. Este oscurecerse, que significa
dejar de jugar y volver a casa, va en paralelo, sobretodo en invierno, con aquel programa
de Helena Francis que, al crepúsculo suena en todas las radios del barrio. "Hoy cuando oigo
aquella música, aún me queda cierto sabor amargo", asegura.
Casi al compás de aquella melodía y con el fondo de palabras de la "querida señora Francis",
come el pan con vino y azúcar, el pan con aceite y azúcar o el pan con chocolate
-diferentes versiones de la merienda - que le preparaba su madre, la señora Angeles,
una aragonesa que se dedicaba a los trabajos de confección en la misma casa en la que
se había casado con el señor Josep, lamparero de profesión. Es también en aquel tiempo
en que Juanito ayuda a su madre a hacer su trabajo, le corta las mangas de las pijamas
que ella ha de coser, le prepara la ropa... bueno, más que nada se hacen compañía.
Las reuniones con el padre se producen, sobre todo, a la hora de cenar. La calle poeta Cabanyes es muy en bajada (o muy de subida, depende como se mire). Cuando Joan Manuel está en la calle jugando y ve llegar a su padre, baja corriendo hasta él, le toma el pesado bolso de las herramientas y le acompaña hasta la casa.
El padre siempre está contento, pero si alguna vez está todavía más alegre o tiene algo que celebrar,
a la hora de la cena se brinda con vino y gaseosa. Todo un festín. "Yo he tenido suerte
con mis padres, porque han sido dos personas que se han complementado muy bien.
La casta de mi madre -casta aragonesa fuerte- está muy bien complementada con un hombre
listo, hábil, que sabía mover las manos y que fue capaz de enseñar a sus hijos
a moverlas y a respetar mucho el trabajo. Yo he tenido siempre la confianza de parte
de mis padres, dentro de todas las presiones y todos los problemas lógicos inherentes
a personas que han de sufrir las consecuencias de una guerra, la muerte de muchas
familias, recuerdos amargos. Aparte de los muchos o pocos disgustos que hayamos podido
tener, nos hemos tratado mutuamente bien".
Uno de estos disgustos que enfrentan madre e hijo es el problema de la carne. Para que
no hayan malas interpretaciones, aclararemos. A Joan Manuel nunca le gustó comer carne.
Y su madre que guarda los mejores bistecs para su nene, no puede tolerar que, una vez
sentados a la mesa, sobre algo en el plato. Esto va a provocar más de un coscorrón.
Como se dijo, esta fuente de juegos de calle y de encuentro familiar, le compensan
la época pobre que se vivía y de las aburridas clases que ha de aguantar en el colegio de
los Escolapios, al que asiste como alumno especial. Ha de estudiar mucho si quiere conservar
la beca, y lo hace con desgano. Y también debe asistir diariamente a misa. "Actualmente no voy a
misa" -dice Joan Manuel- porque me parece que ya cumplí con mi cantidad en aquellos siete años de asistir todos los días". Lo más agradable que encuentra en la escuela son las señoritas, más
precisamente Conchita, Brígida e Irene, que le hacen pasar buenos ratos y le suministran una
buena dosis de felicidad, de las que hoy todavía conserva un recuerdo excelente. Joan Manuel es
un niño de barrio como cualquier otro, que hace las mismas diabluras que todos, pero sin mayor espíritu de violencia.
Su pandilla está organizada como una banda, pero no ejerce como tal. Había, entonces, una
cierta diferencia con los muchachos de hoy. "Antes teníamos espacios libres para jugar,
y hasta donde no llegaba el dinero llegaba la imaginación. Por eso
vivíamos con un espíritu ilusionado, creíamos en nuestras cosas. Ahora estos espacios
se han perdido. Los autos han acaparado todo y la gente cierra sus casas y ve mucha
televisión. Esto causa que la chiquillería de hoy en día sea más agresiva que la de nuestros tiempos".
Aquellos espacios abiertos -el Poble Sec- de que disponía Joan Manuel le servirán después
como una inagotable fuente de inspiración para sus canciones: las calles,
la gente, los modales. Desde la ropa tendida en los balcones hasta el juego del caballo de bronce,
pasando por los trompos y el album Nestlé. También sus primeras experiencias amorosas, en algunas de las calles cercanas, en la zona
del Paralelo, quedarían más tarde reflejadas en su obra: "Benevolent / li agraden verges a
l'adolescent / pero com voste / es menja el que troba pel carrer".
[La adolescencia]
Se presentan en él las primeras inquietudes: tenía un teatro y escribía obras para sus
comediantes de cartón. Pero es también en esta etapa de la adolescencia que le comienzan a
atraer las primeras cosas musicales. Como para la mayoría de su entorno y de su generación,
la radio es la principal fuente de cultura musical para los no iniciados. Surgen
los estilos de moda, y, por mimetismo, hubo algunas ganas de imitarlos. La pandilla de Joan Manuel
decide hacer un conjunto, pero debido a la falta de recursos se las ingenian todos para hacerlos
funcionar: construyen artesanalmente las guitarras eléctricas, fabrican los amplificadores y arriendan
una batería de esas de la tienda Montserrat.
Es la época también en que el "Nano" ha dejado ya los Escolapios y asiste en Instituto Mila i Fonatanals.
Más tarde, sin embargo, la vocación lo lleva a trasladarse a Tarragona para estudiar en la Universidad
Laboral. Eso implica un gran esfuerzo económico para sus padres y el primer distanciamiento con el resto
de sus compañeros de barrio de han de ponerse a trabajar a los catorce años. Allí termina el bachillerato,
aprende a manejar el torno y a ocupar la lima, una lima que le dejó una marca en la mano que -curiosamente
o simbólicamente- nunca se le borró. Trabaja en el torno sentado en una caja vacía de Coca-Cola, porque
es más baja y él no llega a la banca. El estirón le llegaría más tarde.
"En esa época cambian muchas cosas: comienzan a aparecer las apetencias eróticas, varían las rígidas
normas de conductas que hasta ese momento regían en casa, y se inicia un sentimiento de soledad que
aprendo a combatir con un mecanismo de defensa que se llama solidaridad".
[Comienza a componer]
Es un buen estudiante. Obtiene el premio extraordinario del año 1964. Le gusta lo que hace.
"Yo no creo en las vocaciones: te gusta un trabajo cuando lo conoces y te sientes identificado".
Egresa con el llamativo título de "Bachiller laboral superior con especialidad industrial
minera, modalidad tornero fresador". A Tarragona viaja con una guitarra y las ganas de expresar
cosas a través de canciones. "Me la van a regalar quan em voltaven / somnis dels meus setze
anys encara adolescents / entre les meves mans que tremolaven / jo vaig prendre ben fort
aquell juguet", dice en una de sus primeras composiciones al hablar de aquella guitarra. El año 1964 comienza a escribir las primeras cosas,
en castellano, sin ningún tipo de pretensión de grabar o de cantarlas en público,
y con una influencia muy grande de sus puntos de referencia que, en esos momentos, vienen
determinados por la música comercial, más tarde por las canciones de Charles Aznavour y
Gilbert Becaud y, finalmente, por Jacques Brel y Georges Brassens. En ese orden. "Pero
también tuve otras influencias que fueron más importantes: Conchita Piquer,
Quintero-León-Quiroga, los cuplés, la zarzuela y la canción latinoamericana a través de
mi padre que era un auténtico fanático del tango".
[Comienza a cantar: el Juez número 13]
Pero después del "boom" del "Se'n va anar" al Festival del Mediterráneo, adquiere conocimiento
de las cosas que se comienzan a hacer en catalán, y él intenta también componer en
idioma del padre, cosa que le significa muchísimos problemas que, poco a poco, va
resolviendo. Con estas primeras canciones se dirige a Salvador Escamilla quien le
permite cantarlas en "Radioscopio" y le infunde ánimo, dándole su apoyo."Ir a veces a los programas de Salvador va a ser mi primera gran educación", recuerda.
Escamilla lo recomienda a Edigsa. Se escucha a Miquel Porter i Mix, de los Dieciséis Jueces. Y en un tiempo relativamente corto, Joan Manuel se encuentra subiendo a los escenarios y grabando su primer disco. Se convierte en el Juez Número 13, pero este
hecho no le trae nada de mala suerte.
[La primera actuación]
La primera actuación es en mayo de 1965 en Esplugs del Llobregat, con Joan Ramon Bonet
y Remer Margarit. Al terminar este primer recital salen corriendo y se van al Palau
de la Música Catalana, porque ese mismo día canta Charles Aznavour. ¡Quién podía decirle
a Joan Manuel que en no más de un par años más tarde, él también cantaría como solista
en el Palau y tendría un éxito similar al que tuvo Aznavour! Como uno más de los Jueces,
se pasea por toda Catalunya y aprende el oficio en una buena escuela: la que representa todo
el movimiento de la Nova Canço, la que le da el haber trabajado con medios rudimentarios,
la que le confiere el tipo de comportamiento profesional de
los Dieciséis Jueces.
"Todo eso me va a ayudar a consolidar mi futuro como cantante de una manera
menos frívola y, sobretodo, más a cerca de la gent". Son tiempos en que Joan Manuel cobra ochocientas
o mil pesetas por recital; son tiempos en que la editora discográfica tiene con el
artista un trato cordial, casi paternalista; son tiempos de compartir los buenos y malos
momentos con el resto de las compañías, sin los problemas de competitividad que surgirían más
tarde. "La nueva canción fue un movimiento que más que la importancia que va a tener en su
día, la tuvo como desarrollo general. Su importancia radica en el origen popular, ya que si
la canción existe es porque la hizo posible la gente. Y si yo existo como cantante es porque
este movimiento ya existía".
[La agronomía versus La Música]
Pero Joan Manuel, cuando le corresponde, tuvo que hacer la "mili". Ya que también estudia para
ingeniero agrónomo va a la milicia y
llega a alférez. Pide destinación a Jaca y es aceptada. Eso le permite continuar sus
estudios en un centro de investigación que estaba cerca del regimiento. El interés
por el curso le compensa los problemas que tiene como oficial del ejército, aminorados
también éstos por la actitud comprensiva de algunos de sus superiores, entre los cuales
se encuentra el en aquel momento capitán Busquets, más tarde diputado socialista y compañero
suyo de partido. Una vez enrolado en el servicio, sobre todo a partir de aquel 1° de abril del
año 1967 en que va al Palau, comienza a trabajar en forma más profesional en el ámbito de la
canción, que se va perfilando como su oficio definitivo. La gran aceptación popular que tienen
sus canciones le terminan de hacer decidirse por este camino que no compatibiliza con ninguno de
sus estudios, pero sí con el deseo de expresar, de comunicar, de decir cosas a través de la música,
la poesía y la voz.
[El affaire Eurovisión]
Se inicia aquí, entonces, una trayectoria larga, intensa, llena de buenos y malos momentos,
no exenta tampoco de greus "affaires" como lo fue el de su retiro de Eurovisión el año 1968
o el exilio a que es forzado a soportar los años 1975 y 1976 arran de unas declaraciones
antifranquistas. Es el 16 de marzo de 1968 cuando salta la noticia: Serrat a Eurovisión !!
Tenía que cantar en Londres, defendiendo a España, con el "La, la, la" ante millones de
telespectadores. Allí reparte comentarios para todos los gustos. Pero el 25 de marzo estalla
la segunda bomba: Serrat se niega a cantar en Eurovisión si no es en Catalán. Con Franco viu
i ben viu, y con Fraga Irribarne como ministro de información y turismo, es fácil imaginar
cuáles son las reacciones: vetos, prohibiciones, insultos... pero él no cambia de actitud. Estas
fueron sus palabras: "Si hi vaig, mi gente no me entenderá, se sentirá defraudada. Prefiero
renunciar a defraudar a mi público". Y es Massiel la que canta el "La, la, la" eurovisivo.
El otro hecho que tiene las mismas consecuencias negativas se produce años más tarde. Cinco
familias y muchos millones de españoles más no olvidarán el 27 de septiembre de 1975. Aquella
mañana, tal como mandan los cánones militares, son fusilados 5 agitadores antifranquistas.
Dos días después, Joan Manuel, que está en México, hace unas declaraciones en el
aeropuerto en las que dice lo que piensa: ataca duramente al régimen de Franco y
lamenta la muerte de los cinco asesinados. Esa vez no se trata tan solo de represión
a nivel de difusión de sus canciones, sino que estuvo en un grave peligro de ser detenido.
Por este motivo se queda en América, en un exilio que finaliza el 20 de agosto de 1976 en que,
con Adolfo Suárez en el poder y al acogerse al decreto de amnistía, vuelve a Barcelona,
dispuesto a vivir y a participar en la nueva situación política que se abría en Catalunya
y a todo el estado. De estos dos hechos guarda un recuerdo triste debido a las
consecuencias, pero guarda también la satisfacción de haber obrado en forma
coherente. “Reviso esas cosas con cierto orgullo, pero me queda un regusto de soledad.
Es difícil de explicar, pero son momentos en los que me sentí solo. Carecía de todo, pero la gente, la gente de la calle, me ha hecho siempre un espacio, y ese fue el motivo para que
siguiera adelante”.
[Y el ansiado regreso]
Serrat tuvo siempre un público mayoritario a su regreso, un público formado por
grupos de diferente procedencia social y de diferentes edades. Lo corrobora Teresa
Pàmies: “Llegar al corazón de la gente, acompañarlos, darles sentido comunitario a
nuestro mundo frío que Joan Manuel Serrat ha derrumbado con la poesía y la música,
es decir, con el arte. Y no es sólo con los “viejitos” sino que también con los
adolescentes, el cuyas inquietudes expresa con un realismo muy delicado”.
Él es el primero que aporta “fans” a la canço catalana. En su recital en el Palau,
el 67, hubo un público no habitual, un auditorio que muestra ya esa diversidad de
la que hablábamos. Lo llevaba el personaje y lo llevaba el tipo de canción, más
relacionadas con la crónica de la vida cotidiana que con los grandes mensajes políticos.
Joan Manuel ha intentado también algunas veces hacer canciones directamente combativas,
pero no ha quedado satisfecho con su resultado. “Soy un individuo que tiene una gran
vergüenza respecto de su trabajo. Soy tímido delante mi propio trabajo. Por eso necesito
estar muy convencido de lo que canto y querer mucho lo que tengo entre manos. Sin
embargo, me equivoco algunes veces. Yo sirvo para lo que hago. Por eso llevo diecisiete
años haciéndolo y la gente me escucha. Cuando ha sido necesario tomar posiciones
personales las he tomado, pero no he necesitado hacer una canción determinada para
estar más cerca de lo que pienso. Yo no digo que eso se deba hacer, sino que, en todo
caso, debe hacerlo quien lo sepa".
Estas posiciones políticas personales se traducen en su militancia en el Partido
Socialista de Catalunya y en la participación en actos públicos y reivindicativos
cuando ha sido llamado. Dentro del PSC se identifica con la corriente ideológica
que representa Raimon Obiols, con quien mantiene una gran amistad. Llega al partido
como muestra del llamado de los independientes por el socialismo y como una consecuencia
de la relación con Francesc Vila Abadal y Quico Sabaté. “Estoy en el PSC porque creo
que es una opción muy importante, pero existe una independencia y una libertad de
creación. Yo no he seguido consignas ni el partido me las ha dado mucho. Hay un respeto
muy grande por la libertad de la persona.” Como ha explicado, no le agrada mezclar las
cosas. Dice lo que piensa cada vez que le piden su opinión, pero no le gusta pontificar
en sus canciones. No quiere convertirse en juez, no quiere discursear ni sacar conclusiones
ni aleccionar a nadie. Simplemente habla de cosas que conoce, que ha visto y que ha visitado.
Y todo eso con un lenguaje poético. Su poesía se ha enmarcado dentro de lo que se denomina
“cultura del barrio”. Pero siempre que ha podido, ha recorrido también a otros poetas a
la hora de buscar textos para su música. Aquí tenemos los casos de los álbumes que ha
dedicado a Antonio Machado, Miguel Hernández y Joan Salvat Papasseit. “El primer poeta
que va ha influir en mí va a ser Becquer, de quien voy a renegar un poco más tarde y al
que voy a volver nuevamente para pedirle disculpas. Aparte de Machado y Hernández me
gusta también León Felipe y, ahora que estoy más preparado para leerlo, me gusta también
la poesía de Salvador Espriu”.
Joan Manuel Serrat, sobretodo en una etapa determinada de su carrera, no ha sido un hombre
bien tratado por los intelectuales y por la gente de la cultura. “Mis canciones,
por lo visto, no les han parecido muy interesantes, sobretodo desde que las han
comenzado a cantar sus sirvientas y las señoras de las labores. Primero, cuando las
cantaban sus hijos, podía ser. Pero después ya no. Pienso que en realidad no son
intelectuales con mayúsculas, sino seudointelectuales. De todas formas, eso me va
separar un poco de la canción más reconocida.” Pero Joan Manuel es un tipo que, a
pesar de la dificultades, reúne elementos positivos que le ayudan a superarlas.
“Por una parte, he tenido suerte de haber estado siempre con gente buena, aunque
no siempre hayamos coincidido. Y he tenido suerte también que me hayan hecho muchas
mariconadas. De todo se aprende.”
Es también un gran aficionado al deporte desde que un compañero de la Universidad
Laboral de Tarragona que se llamaba Luís, hoy ya fallecido, le transmite el amor
por el ejercicio físico. De hecho, cuando tenía pocos años ya jugaba con una pelota
de trapo por las calles de Poble Sec soñando ser tan famoso como Kubala. Esa afición
por el fútbol la ha conservado. Cuando puede juega y, sobretodo sigue las incidencias
del Barça vaya donde vaya. Cuando anda de gira por Sudamérica llama para informarse de
los resultados. Le gusta también el ciclismo e incluso ha colaborado en diferentes
pruebas y vueltas. “Me agrada el deporte, pero sin horarios. Si voy a practicarlo,
no va a ser los martes ni los viernes, por ejemplo, sino cuando esté con ánimo para
hacerlo o cuando encuentre gente que me acompañe. No me gusta hacer deporte solo. Lo odio”.
[Joan Manuel y la familia]
Joan Manuel es un hombre que cree mucho en la familia, pero en un concepto muy especial
de este término. “Tengo una idea del funcionamiento de la familia que, para mí, es
fundamental. Es como una especie de colectividad en la que cada uno tiene su papel y
se ocupa de un servicio que es común a todos. La sociedad habla mucho de la unidad
familiar, pero en realidad no hace otra cosa que romperla continuamente, creando
espacios incómodos , necesidades que son falsas... Yo creo que la familia es una
cosa mucho más amplia.” En realidad, piensa en la familia como un clan. “Eso
da una idea de la vida cotidiana mucho más grande que la que puede dar la familia
reducida. El señor que sale solo de su casa va a volver solo a su casa, para reunirse
después no más que con la mujer y los hijos, no disfruta de las mismas ventajas”.
Esta preocupación que tiene por su familia ha hecho que, en algunas épocas, deje de
todo su trabajo de cantante. Concretamente, el periodo que va a escaparse de la
enfermedad mortal de su padre hasta el nacimiento y primeros meses de su hija María,
va vivir intensamente entregado a su gente. “Esos meses fueron la época más brutal
de mi vida por la cantidad de cosas que me suceden a nivel personal y que me afectaron
muchísimo. Las primeros fueron desagradables relacionadas con la muerte de mi padre.
Y las siguientes fueron de descubrimiento: ver como nace una criatura y como crece a
tu lado, es una aventura apasionante que, por desgracia, no puede ver el padre que
tiene que trabajar todo el día y vuelve a casa cuando el niño ya está dormido”.
[Joan Manuel sorprende a la “prensa del corazón”]
A finales del año 1974 la prensa del corazón descubre que Joan Manuel tiene un “hijo
secreto”, un muchacho al que ha dado el apellido, pero que vive en Madrid con su madre,
la modelo Mercè Domenech. El niño se llama Joan, pero se le conoce más como Queco.
“Con mi hijo tenemos una excelente relación. El me cuenta sus cosas y yo trato que
el comprenda las mías”. Esta misma prensa del corazón tuvo otra sorpresa el verano
de 1977: Joan Manuel se había casado privadamente con Candelària Tifon, hija de una
buena familia barcelonina, que había conocido poco antes en Eivissa. Más tarde llega
la primera hija de la pareja a la que ponen por nombre María. Es una niña alegre como
un guisante que en seguida aprende a cantar las canciones de su padre... y sintoniza
los programas de televisión. Este es, en resumen, el nuevo contexto familiar de Joan
Manuel desde que deja la casa de sus padres o, mejor dicho, desde que decide "llenar"
el piso de soltero que tenía en la calle República Argentina. Tiene también una casa
en Camprodón que le permite estar en plena naturaleza, rodeado de animales a los que
siempre ha querido también. Pasa temporadas -cuando su trabajo se lo permite- en Begur,
en la Costa Brava. “Me gusta el mar, pero no soporto ir a la playa en medio del
verano, cuando hay tanta gente. No me gusta nada ir a pasarme horas y horas tostándome
al sol. Más bien prefiero tomar la caña de pescar y ver que pica. O ir en invierno con
un libro bajo el brazo”.
[Finalmente, Joan Manuel Serrat]
Es un hombre impulsivo. Capricornio. Asegura en una canción que tiene siempre la “puta
sensación de llegar siempre tarde”. Está tranquilo porque siempre ha hecho lo que le ha
dictado su forma de pensar. Honesto con eso mismo, Joan Manuel Serrat ha dado testimonio
de una forma de ser -conectada con la gente- y ha contribuido a la popularización de la
canço catalana alrededor del mundo. Y no es poco.
- Para volver a página anterior
-
- Para volver a Página Principal (home)
-
Recuerda que tengo un Libro de Visitas |